Este era el adorno de una cabecero de cama que encontré en un contenedor. Cuando llegué a casa con todo el cabecero, ya sabéis qué pensaron ¿no?. Finalmente conseguí quitar lo que no valía y quedarme con esto. Pensé que sería de madera como el cabecero pero resultó que era de resina.
Ni qué decir tiene que no tenía este aspecto. Era marrón oscuro y con un montón de barniz brillante.
Pero en mis muchos viajes cibernéticos descubrí hace tiempo una pintura mágica: Annie Sloan Chalk Paint.
Cuidado que no es una pintura de pizarra ¿eh?. ¿Dónde está la magia?
Pues en que no necesitas lijar ni preparar la superficie. Pintas directamente sobre la pieza. ¿A que es fantástico? Sí. Nada de polvo, disolventes y demás. Además es pintura al agua. Tiene un tacto estupendo y al desgastar para que quede como yo lo he dejado, no se quita a ronchones sino que va cayendo en forma de polvo. No sé si me explico pero algunas pinturas cuando las lijas para quitar los bordes, resulta que se te quitan trozos o fibras. Esta no. Tienen una gama de colores realmente preciosa y claro aquí viene el truco: es cara. Pero como las americanas hablan tanto de ella (Miss Mustard Seed, Living with Lindsay...) me dí el gustazo.
Una vez pintado y lijado le apliqué una mano de cera protectora, pero con brocha. Lo dejé secar completamente hasta el día siguiente. Luego lo abrillanté con un trapo.
Ana
Ana